Empoderando a la próxima generación y visibilizando el costo de los cuidados
En el Día Internacional para la Reducción de los Riesgos de Desastres, enfatizamos que el costo invisible de los cuidados recae desproporcionadamente en las mujeres, perpetuando la desigualdad y la vulnerabilidad en situaciones de crisis.
Las condiciones de riesgo que enfrentamos no son neutras; son el resultado directo de un modelo político y económico desigual que perpetúa la pobreza y las inequidades. En el Día Internacional para la Reducción de los Riesgos de Desastres, bajo el lema de 2024 "Empoderando a la próxima generación para un futuro resiliente", desde la Colectiva RIGEN queremos cuestionar el legado que estamos transmitiendo a las nuevas generaciones.
En una situación catastrófica, el ciclo educativo se ve gravemente interrumpido, desde el daño a la infraestructura física hasta la imposibilidad de asistir a los centros educativos. En este escenario, contar con escuelas inclusivas y con una financiación adecuada es fundamental para garantizar que, incluso en emergencias, la continuidad del ciclo escolar esté asegurada. Sin embargo, detrás de esta continuidad: ¿quién sostiene la carga invisible? ¿Quién asume el costo de las tareas de cuidado, esenciales para la sostenibilidad no solo educativa, sino también financiera de la sociedad?
Cuando una crisis interrumpe la educación, en la mayoría de los casos son las mujeres quienes cargan con la responsabilidad adicional de cuidar a sus familias, lo que afecta gravemente sus flujos económicos y sus oportunidades laborales. Este trabajo, no reconocido ni remunerado, sostiene otras estructuras críticas, como la escolaridad y la economía. ¿Cuánto estamos dispuestos a seguir normalizando que este costo recaiga únicamente sobre ellas?
Las tareas de cuidado son una infraestructura que ha sido históricamente invisibilizada y subvalorada. En tiempos de crisis y emergencias, estas tareas se vuelven aún más esenciales. Sin embargo, rara vez se cuantifica el impacto que la interrupción de los cuidados tiene en la sociedad, ni el costo emocional y económico que enfrentan las mujeres.
Desde la Colectiva, queremos reconocer que las condiciones de riesgo que experimentamos son, en gran parte, producto de un sistema económico desigual. Esta desigualdad es una de las principales causas de vulnerabilidad ante los desastres, y se refleja en la precarización de la vida de las mujeres. Estamos normalizando un modelo productivo en el que el cuidado y la educación dependen de estructuras desiguales que perpetúan la pobreza y la exclusión.
Nuestra lucha es por la inclusión y por cuestionar las estructuras desiguales, enraizadas e invisibles. La defensa de los derechos humanos y la búsqueda de un futuro más justo y equitativo requiere con urgencia que la infraestructura y los flujos relacionados con las tareas de cuidado sean visibilizados en todas las fases de la gestión del riesgo de desastres, que sus costos sean calculados, y que las instituciones responsables de cada sector asuman la responsabilidad de incluirlos en sus cálculos de financiamiento como parte integral de la gestión del riesgo de desastres.
El empoderamiento de la próxima generación debe comenzar con un compromiso real por parte de las personas adultas. La lucha por un mundo más justo para las infancias no será posible si no cuestionamos las profundas condiciones que perpetúan la vulnerabilidad de las poblaciones. Debemos proponer un futuro más equitativo y amoroso para los niños, las niñas y todas las personas que habitan los territorios del mundo.
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