1° de mayo: las tareas de cuidado también son trabajo
- Colectiva Rigen
- 30 abr
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El riesgo no es neutral y su gestión tampoco debería serlo. En un mundo atravesado por desigualdades, cuidar es trabajo: un trabajo que sostiene la vida y que también merece derechos y reconocimiento.
Las tareas de cuidado son trabajo. Durante la atención de las emergencias, estas labores se intensifican y recaen desproporcionadamente sobre las mujeres y cuerpos feminizados. Mientras se multiplican las necesidades de niñas, niños, personas mayores, con discapacidad o en situación de dependencia, también se invisibiliza y precariza el rol de quienes sostienen la vida en condiciones de desigualdad. Las mujeres asumen la sobrecarga de las tareas en los albergues, en los centros de salud y en sus propios hogares.
La gestión del riesgo de desastres (GRD) no es neutral. Su institucionalidad está inserta en un sistema económico y político amplio y global que reproduce desigualdades estructurales y patriarcales. Aunque en los últimos años se han impulsado avances importantes en materia de género e inclusión, los sistemas nacionales de gestión de riesgos y respuesta a emergencias siguen operando sobre una lógica que no reconoce ni redistribuye el trabajo de cuidado que se amplifica durante las emergencias. El resultado es una carga desmedida para las mujeres, y una respuesta institucional que no llega a todas las personas con el mismo alcance ni con el mismo respeto por su dignidad.
Hablar de la economía del cuidado en la GRD no es una abstracción: es preguntarse quién cuida en los albergues, qué protocolos existen para el acompañamiento a personas dependientes, quiénes garantizan el funcionamiento de centros comunitarios cuando colapsan los servicios esenciales. Es también reconocer que el cuidado no se improvisa. Requiere de políticas públicas sostenidas, dotadas de recursos, con articulación territorial y con participación activa de quienes históricamente han estado en la primera línea sin reconocimiento. Precisa de análisis riguroso para integrar acciones concretas sobre cómo se integra el cuidado dentro del sistema institucional.
Incluir el cuidado en la gestión del riesgo de desastres implica ampliar la mirada. Es pensar los flujos de evacuación considerando a quienes no pueden desplazarse solas, garantizar condiciones dignas en espacios temporales como centros de evacuación y albergues, es invertir en la capacitación de equipos que acompañen sin reproducir violencias. Y, sobre todo, asumir que, sin presupuesto, estas transformaciones no pasan de ser declaraciones. Invertir en el cuidado no es asistencialismo: es justicia social.
Este 1° de mayo, desde Colectiva RIGEN exigimos una GRD comprometida con la igualdad. Una atención de las emergencias que no descanse sobre los hombros de quienes ya sostienen todo. Una gestión del riesgo que entienda la vulnerabilidad diferenciada y que de respuestas a la altura de los tiempos. El trabajo de cuidar no es un favor, ni una extensión “natural” de la femineidad, sino una responsabilidad colectiva que debe ser reconocida, protegida y dignificada.

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