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Interseccionalidad

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A través de la escucha y el respeto, el pasado 06 de marzo Colectiva RIGEN abrió un espacio para discutir y debatir sobre la diversidad humana desde una mirada interseccional que permitió acercarse a realidades distantes pero existentes. Permitió cuestionarnos e invitar a una mirada empática a otros mundos posibles. Así, empezar a pensar en formas de construir acciones para atender estas realidades desde nuestro quehacer profesional en la GRD.
 


Desde la geografía, politología, antropología y psicología tuvimos un acercamiento a la interseccionalidad, iniciando por darnos cuenta de que los espacios de discusión, de decisión y creación de procesos de gestión del riesgo de desastre (GRD) no toman en cuenta a poblaciones históricamente discriminadas y oprimidas como personas trans, comunidades indígenas, poblaciones rurales, afrodescendientes, niños y niñas, personas con discapacidad, personas adultas mayores, mujeres y cuerpos gestantes, entre otras. Todas estas personas son minorías y parte de las poblaciones que atiende la GRD en sus distintos componentes y procesos.

 

Antes de comenzar a debatir sobre el quehacer profesional en la GRD, fue importante profundizar en la base teórica-conceptual de la interseccionalidad. Se retomaron autoras como Nuria Varela y Elizabeth Patiño, quienes presentan los aportes de Kimberlé Crenshaw, Angela Davis y Kira Cochrane. La información fue presentada con una infografía disponible para que se pueda descargar en el siguiente enlace:  

https://colectivarigen.wixsite.com/website/servicios


A modo de resumen, la interseccionalidad es “una perspectiva de marco teórico y analítico que permite analizar desigualdades múltiples y formas de exclusión en contextos específicos y como un marco de acción práctica y política que confronta las desigualdades y las exclusiones en sus diferentes multiplicidades" (Patiño, 2017).


A partir de esta profundización teórica, se plantearon las preguntas ¿qué puede hacer la GRD? y ¿qué podemos hacer como profesionales en la GRD? Así comenzó nuestro intercambio.

 
El debate inició con una pregunta sobre cómo actuar ante las diferentes luchas, ya que es imposible luchar por todas las causas. Cómo, entonces, no ser una especie de barrera desde el cuestionamiento de los privilegios. Si bien no puede existir una única respuesta, se conversó sobre el papel que juega la comunicación e información que se puede compartir de otras luchas, de las que tal vez son más distantes; pero también sobre cómo se pueden crear herramientas desde el quehacer profesional para que sean accesibles a todas las poblaciones. Además de visibilizar la existencia de distintas poblaciones, opresiones y luchas.


Al respecto, se mencionó el papel de la ética, la cual es una cuestionante más, en medio de todas las que surgieron. Cómo actuar desde la ética si también está influenciada por el mismo sistema opresor especialmente en contextos de vulnerabilidad como los que trabaja la GRD.


Por otra parte, se elaboraron ejemplos de dónde sí se puede transversalizar el género en la GRD desde una mirada interseccional; se habló, por ejemplo, de casos de vivienda social, acciones contra la violencia en albergues, procesos de la protección financiera,  identificación del riesgo y análisis de la vulnerabilidad social.


Todo lo anterior considerando la importancia de romper algunas barreras disciplinarias, ya que la GRD no es específica de una sola disciplina, sino que influimos y podemos desarrollar herramientas desde muchas áreas profesionales.


Este debate visibilizó la importancia de distintos procesos de sensibilización, no sólo para romper esas barreras y transformar paradigmas; sino para que las distintas personas, instituciones y organizaciones, que se ven involucradas en los procesos de la GRD adquieran la noción del género con una mirada interseccional, que se vuelva sensible a la diversidad humana y sus necesidades.


Por tanto, es necesario llevar a cabo procesos de abajo hacia arriba, en los que se escuchen las necesidades de las diferentes poblaciones y también puedan proponerse acciones desde ellas; donde exista una participación real. De alguna manera, se trata de ‘horizontalizar’ la estructura. Y construir una especie de articulación en clave de “pulpo”, en la que, por ejemplo, las personas que trabajan con población indígena, se mantengan en comunicación con las que trabajan con comunidad LGBTIQ+, y así sucesivamente.


El reto, entonces, se convierte en repensar nuevas formas de comprensión de la realidad; en la que se puedan pensar herramientas inclusivas de todas esas realidades y poblaciones que son parte de la GRD. Y si bien, hay elementos que urgen, se considera pertinente que exista una gradualidad, que se utilice la estrategia y el conocimiento científico y popular, sin perder la rigurosidad, para construir esos cómos, los cuáles fueron los que más surgieron en el debate.


Cómo construir procesos realmente inclusivos, cómo erradicar las opresiones, cómo trabajar las barreras disciplinarias, cómo manejar la ética, cómo entender la cultura dentro de la interseccionalidad, cómo actuar ante esa diversidad humana urgente de ser incluida para reducir su vulnerabilidad.


No cabe duda de que la idea de la interseccionalidad ha evolucionado, está transformándose y otras personas vendrán a seguir construyendo sobre ella. Mientras tanto, hay que incidir en nuestros espacios, desde nuestras disciplinas y dentro del cambio que está teniendo la GRD como enfoque y proceso.


Es fundamental comprender la interseccionalidad y las diferencias que ella mira como manera de atender el género como riesgo cotidiano, como mecanismo de respeto a los derechos humanos, como cumplimiento con la ética de estos y así, apostar por un desarrollo humano más integral.


Por tal razón, nos inscribimos en lo que plantea Fournier-Pereira (2015) “la interseccionalidad es tanto una categoría teórica necesaria como una herramienta imprescindible para los movimientos en resistencia. Si se quiere pensar otras formas de existir, en otros mundos posibles, hay que pensarlo de forma orgánica, articulada.” (p. 34) y así construir una Gestión Interseccional del Riesgo de Desastres.
 
Referencias bibliográficas:
Fournier-Pereira, Mar 2015 “Interseccionalidad: La fibra que teje lo abyecto. Aportes para pensar las zonas del ser y del no-ser con el feminismo decolonial” en Revista de Estudos AntiUtilitaristas e PosColoniais 5 (2) en <https://periodicos.ufpe.br/revistas/realis/article/view/8841/8816>.


Patiño, Elizabeth 2017 “Acciones colectivas y reconfiguración de ciudadanía. Mujeres jóvenes en situación de desplazamiento en la Comuna 3 de Medellín, 1994-2015” en Revista Estudios Políticos (Medellín) N°50 enero-junio en <https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=5806481>.


Varela, Nuria 2019 Feminismo: La cuarta ola Barcelona: Penguin Random House Grupo Editorial, S.A.U.
 

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Taller: Género y urbanismo. Una perspectiva distinta para comprender las ciudades.

El viernes 31 de enero del 2020, Colectiva RIGEN convocó a una actividad comunitaria de día de campo para discutir sobre la importancia del urbanismo  feminista y analizar interseccionalmente sobre cómo se viven los territorios urbanos.

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La tarde comienza entre comida, risas y sol; la discusión de la lectura “Urbanismo y feminismo” de Valentina Pineda da paso a entablar una conversación teórica de lo que realmente significa la palabra urbanismo y cómo se construye conocimiento desde otras perspectivas, como las economías sumergidas o de los cuidados.


Las ciudades están hechas por y para hombres, por tanto, la movilidad de las mujeres se ve condicionada por espacios donde muchas veces sufren violencias machistas. Por ejemplo, las distancias recorridas suelen ser más largas por las economías de los
cuidados. Además, el espacio público resulta peligroso y no se determina como un lugar de descanso. Esta discusión se amplía, porque el urbanismo feminista también se explica desde lo vivencial y el espacio vivido.


“Cuando hablamos de las mujeres y la segregación en el marco de la división sexual del espacio, nos referimos también a que las mujeres han sido invisibilizadas de los procesos de planificación. Las reivindicaciones de las mujeres en las ciudades se relacionan, por ejemplo, con la integración a la ciudad, el acceso igualitario a los servicios públicos y la mejora de los espacios comunes, siendo estos últimos los más despojados de los entornos urbanos para dar cabida a los espacios de flujos cuyo protagonista es el automóvil y no las personas que ocupan el espacio, ya sea en sus modos activos o de descanso e interacción social, quienes son las principales usuarias del transporte público” (Vásquez, 2016; Jirón, 2007).


A partir del análisis que se generó durante el intercambio, se agregaron nuevos elementos a la discusión como lo es el ecofeminismo y la gestión del riesgo de desastres. Con esto construimos una idea colectiva ya que si realizamos prácticas urbanas conscientes de su impacto ambiental y la reducción del riesgo, se pueden estructurar, diseñar y crear ciudades más resilientes. El mejoramiento de espacios públicos, como la integración de árboles frutales y espacios construidos para las personas peatonas, podrían ir en paralelo con acciones económicas empoderantes de la gente local. Con esto, se pueden mejorar las redes y el tejido territorial, pero también se incursionan actividades urbanas con adaptaciones al cambio climático.


Así el ecofeminismo promueve un enfoque que no se posiciona desde la carencia, sino desde la importancia de considerar los cuidados para pensar en una sociedad ecológica y socialmente sostenible, por medio de valores como la reciprocidad, la cooperación, el apoyo mutuo y la complementariedad (Svampa, 2015).


A lo largo de la tarde el sol se fue ocultando. Y a partir de las ideas compartidas muchas preguntas fueron encontrando respuestas colectivas desde lo vivencial y lo teórico.


En conclusión, el debate nos hizo reflexionar que el urbanismo feminista tiene el potencial de ir más allá de lo conocido y desarrollado hasta el momento. Lo atractivo de este análisis es el planteamiento teórico que reta al sistema productivo imperante. Además, se estructura desde diversas estrategias con énfasis en las acciones locales para poder vivir las ciudades de una forma más equitativa.

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Taller: Configuraciones territoriales para la gestión del riesgo de desastres y adaptación al Cambio Climático.

El 28 de octubre de 2019 Colectiva RIGEN organizó un taller a cargo del consultor internacional Rolando Durán Vargas, en el que se expuso sobre configuraciones territoriales para la gestión de riesgo y la adaptación al cambio climático. Se inició con una presentación e introducción de las personas participantes sobre los conceptos básicos de la GRD para luego dar inicio al tema de exposición.

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En el taller se desarrollaron, primeramente, los conceptos sobre configuraciones territoriales alternativas. Desde el enfoque territorial como soluciones y medidas efectivas de análisis desde una regionalización de características o problemas que confluyen en estas áreas. Los conceptos discutidos se centraron en definir qué son las áreas homogéneas, homólogas, estratégicas, las unidades territoriales y cómo estos instrumentos de análisis espacial son necesarios para intervenir un territorio. Otro punto que se menciona bajo esta óptica es cómo el análisis debe tener el fin de lograr una gobernanza según los elementos que estos espacios comparten o carecen.

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Después, estos conceptos dentro de la realidad de cada espacio, enfrentan desafíos territoriales. Se mencionaron ejemplos de limitaciones como quien gobierna estos espacios, la forma de descripción de las soluciones y los esquemas de manejo que utilizan. Además se abre una serie de oportunidades ante estos desafíos como: nuevas formas de ver el territorio, zonificación efectiva con visión de equidad, revelar asimetrías, economías de escala en soluciones consideradas no eficientes, entre otras.

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Por último, el expositor abordó el tema de marcos de políticas públicas como uno de los puntos fundamentales para llegar a las soluciones. Ya que es esencial entender estos marcos para poder definir la forma de manejar el riesgo y la adaptación al cambio climático. Por otro lado, el desastre es un fenómeno que se identifica como problema público mientras que el riesgo aún no, dejando como reflexión repensar las soluciones enfocadas no solo a unas áreas de acción dentro de la gestión del riesgo.

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La actividad concluyó con una serie de comentarios en relación a lo expuesto y opiniones del público presente.

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