Feminicidios y COVID-19: Realidad en Centroamérica
Actualizado: 19 may 2020
“Quédate en casa, no es igual a cállate en casa”
“El hacinamiento y permanencia diaria en el seno de la familia vulnera a niñas y mujeres que enfrentan mayores posibilidades de abuso sexual y violencia de género” (Feministas Salvadoreñas, 2020).
La violencia contra las mujeres es definida por la Convención Belém do Pará como “cualquier acción o conducta, basada en su género, que cause muerte, daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico a la mujer, tanto en el ámbito público como en el privado” (1994). Ha existido a lo largo de la historia humana de diferentes maneras, como violencia física, sexual, política, institucional y otras; pero además se ha convertido en “un mecanismo efectivo mediante el cual se ha mantenido su subordinación ante la supremacía de lo masculino” (Bejarano 2014, 18); esto quiere decir que ha permanecido un sistema androcéntrico que aboga por un orden aparentemente natural, pero que en realidad ha sido construido socialmente de manera violenta.
Según datos del Banco Mundial la violencia contra las mujeres afecta a una de cada tres a nivel global, lo que implica que todas están expuestas a sufrir algún tipo de violencia a lo largo de su vida. La violencia se convierte en “un continuum creciente, que acorrala a las mujeres y las pone en riesgo constante de perder la vida, en el cual el feminicidio es el límite, pero siempre antecedido por una amplia variedad de abusos y de violencia moral” (Bejarano 2014, 20).
Para una mejor comprensión de lo que aquí se expone, es necesario reflexionar sobre el propio concepto de feminicidio. Russell (2006) lo define como “el asesinato de mujeres por hombres por ser mujeres” (p.76), término que se aplica “a todas las formas de asesinato sexista” (p. 77).
En América Latina, el término es acuñado por Marcela Lagarde (2006), ejemplificado a través de los casos de Ciudad Juárez y denunciando la impunidad. Lagarde especifica que “no en todas partes la violencia de género concluye con el feminicidio, (...) o sea, no hay una correlación mecánica entre violencia, grado de violencia y feminicidio” (p. 224) diferenciando el término ‘feminicidio’ de ‘violencia femicida’. Esta última es entendida como “conjunto de condiciones de violencia que pueden conducir al feminicidio” (Lagarde, 2006, p. 224). La violencia feminicida, la cual es persistente y progresiva, se lleva a cabo con el fin de atentar contra la existencia de las mujeres por el solo hecho de ser mujeres.
En el contexto del COVID-19, la violencia contra las mujeres no se ha detenido. Siguen existiendo casos de violencia doméstica, violencia cibernética, violencia sexual, y feminicidios. Durante el periodo de aislamiento se ha reportado un incremento a nivel mundial de la violencia basada en género y feminicidios.
A partir de marzo, en toda Latinoamérica, se ha reportado un incremento en la violencia familiar contra las mujeres. En México, por ejemplo, la violencia intrafamiliar creció 120% desde que se anunció la emergencia del COVID-19 a la fecha, de acuerdo con información de la Secretaría de Gobernación (basada en llamadas de auxilio reportadas al sistema de atención 911). El 66% se trataría de violencia física y 24% psicológica.
Específicamente en Centroamérica; Guatemala ha reportado un incremento del 84% de denuncias por violencia en el mes de marzo; en El Salvador han aumentado en 70% las denuncias diarias; en Honduras se recibieron durante la primera quincena del mes de marzo más de 4000 llamadas y en Costa Rica se han incrementado las denuncias en un 4% mensual. Esto evidencia el crecimiento exponencial en la violencia basada en género, donde las declaratorias de emergencias y sus respectivas medidas de confinamiento, han causado un incremento de la violencia en los hogares.
Como forma de denuncia, como homenaje a las víctimas de cada feminicidio y para visibilizar las fallas estructurales que aún preexisten y que son urgentes de atender, desde Colectiva RIGEN visibilizamos esta realidad a través de un mapeo de feminicidios en Centroamérica.
Entre el 18 de marzo y el 17 de mayo, realizamos un barrido de información de los reportes de feminicidios y los hemos representado en el mapa adjunto. El rango de tiempo se estableció según el periodo de decreto de emergencia y/o confinamiento obligatorio o voluntario, en el que coincidieran todos los países de Centroamérica, con la única excepción de Nicaragua que no ha establecido ninguna medida ante el COVID-19.
Fuente: Elaboración propia a partir de datos periodísticos.
El número de casos de cada país expresado en el mapa, da una serie de alarmas sobre las formas atroces y violentas con las que se cometieron estos actos. Según los reportes encontrados, las personas que cometieron estos femicidios fueron hombres.
Cabe señalar, que en países como El Salvador, Costa Rica y Honduras, existe un desfase en los datos recolectados ya que no coinciden los números oficiales con los mapeados y denunciados por las colectivas feministas. En muchas ocasiones el dato oficial de los organismos que señalan los casos como homicidios en lugar de feminicidios, o bien, algunos casos aún se encuentran en investigación. Es decir, el número puede ser aún mayor al presentado.
En las grandes emergencias, las presiones estructurales y sociales de violencia se maximizan. En este contexto histórico mundial, creemos que desde la Gestión de Riesgos de Desastres es fundamental tener presente esta realidad y preguntarnos cómo generar medidas para cambiar, contrarrestar y educar, cuando las muertes durante la emergencia están ocurriendo en los espacios privados:
¿Cómo se gestiona la atención de la emergencia de la pandemia simultáneamente a la atención de casos de violencia, donde las medidas de confinamiento agravan la situación y limitan los derechos de muchas mujeres o poblaciones no binarias?
La contención de los contagios es una de las formas para evitar más muertes, ¿cómo se puede tomar en cuenta en la planificación de la respuesta el hecho de que no todas las personas se encuentran seguras en sus hogares?
El incremento del estrés y las cargas emocionales y psicológicas por el confinamiento en espacios que no son homogéneos para todas las personas, evidencian desigualdades que afectan a mujeres y personas no binarias. En muchos casos no se garantiza el derecho a un espacio sano y equilibrado. ¿Qué medidas se podrían proponer para obtener un acceso a la vivienda que sea seguro?
Dentro del contexto multiamenaza y con la entrada de la temporada lluviosa; ¿cómo reestructurar la gestión de los refugios, en donde la violencia de género no deja de manifestarse? La capacitación en género del personal respondiente y profesionales a cargo de la atención en los territorios bajo estándares de COVID-19, podría ser una de la soluciones para enfrentar escenarios más complejos.
Los feminicidios no han cesado. Las víctimas viven con sus agresores o potenciales asesinos. Este tema que se debe posicionar en las mesas de decisión. Aunque muchos países han tomado las medidas necesarias, se debe ir más allá de acciones afirmativas, para realmente proteger la vida de las mujeres y disidencias que están en peligro.
La emergencia COVID-19 trajo consigo la muerte de muchas mujeres, sin embargo, los gobiernos siguen sin visibilizar los transfeminicidios. En Argentina, Tamara Denise Morales, una mujer trans de 36 años fue encontrada sin vida el 25 de abril. Estas muertes no clasifican en conteos oficiales de feminicidios. Por el contrario, los medios de comunicación continúan con la mofa y burla de muchas personas transgénero y transexuales, a través de la ridiculización y la cosificación de sus cuerpos.
Desde la Colectiva RIGEN realizamos un mapeo que habla de vidas. Vidas de mujeres que fueron arrebatadas por actos violentos, por el hecho de ser mujeres, dejando secuelas en sus familias y en varios casos hijos e hijas huérfanos/as. Son mujeres de países, culturas y edades diversas que ya no están y que hoy nos hacen falta.
Los feminicidios evidencian las fallas estructurales que nuestras sociedades siguen teniendo, esas que se alimentan del sistema patriarcal en los distintos espacios. Su erradicación es una lucha que no acaba, es un síntoma de las fallas que tenemos aún como sociedades, “si entendiéramos la formas de la crueldad misógina del presente, no solamente entenderíamos lo que está pasando con nosotras las mujeres y todos aquellos que se colocan en la posición femenina, disidente y otra del patriarcado, sino que también entenderíamos lo que le está pasando a toda la sociedad” (Segato, 2016).
Sin embargo, queremos reconocer la labor de muchas instituciones regionales que están trabajando el tema sin descanso y han representado pasos importantes en la visibilización de la violencia basada en género. Por ejemplo, los monitoreos y actividades en el marco del Plan de contingencia contra el COVID-19, realizado por COMMCA y SICA. Además de publicaciones y abordajes del tema como lo hicieron ONU Mujeres, CEPREDENAC, SICA y PNUD LAC, instituciones que han velado por la protección de mujeres y disidencias ante esta emergencia.
En conclusión, “la pandemia profundizó las precariedades vigentes de los sectores más vulnerables de nuestro país, principalmente las mujeres e integrantes del colectivo LGBTIQ+. Se agudizaron todas las desigualdades estructurales y en particular, a partir del aislamiento social preventivo, las situaciones de violencias de género. Sabemos que para las víctimas que conviven con su agresor, el hogar no es un lugar seguro”.
Desde Colectiva RIGEN, creemos que es trascendental poner estos puntos sobre la mesa de discusión. Es urgente forjar una nueva forma de entender la atención de la emergencia de COVID-19. Comprender la importancia del enfoque de género salvará vidas. Nuestra lucha es por la igualdad, por la búsqueda de la equidad en nuestras comunidades y por contribuir en la construcción de un mundo justo y sin violencia para todas las personas.
“El tapabocas no nos calla, vivas nos queremos”.
Referencias bibliográficas
Bejarano, Margarita. (2014). “El feminicidio es sólo la punta del iceberg”. Región y Sociedad (4):13-44. https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=10230108002
COMCA. (2020). “Monitoreo de actividades de las instituciones Internacionales, regionales y mecanismos institucionales de protección de los países del SICA en el marco del Plan de contingencia contra el COVID-19”.
Lagarde, Marcela. (2006). “Del femicidio al feminicidio”. Desde Jardín de Freud (6): 216-225. https://revistas.unal.edu.co/index.php/jardin/article/view/8343
Russell, Diana. (2006). “Definición de feminicidio y conceptos relacionados”. Feminicidio: una perspectiva global 73-95. https://construcciondeidentidades.files.wordpress.com/2015/09/definicic3b3n-de-feminicidio-russell.pdf
Segato, Rita. (2016). “Patriarcado: del borde al centro. Disciplinamiento, territorialidad, y crueldad en la fase apocalíptica del capital”. En La guerra contra las mujeres: 91-108.
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